lunes, 16 de enero de 2012


Al que a mí viene, no le echo fuera.
Juan 6:37





«Cristo a los pecadores recibe», pero a nadie rechaza. Venimos a Él con la debilidad y el pecado, con una fe vacilante, con muy poco conocimiento y con menguada esperanza, y no nos rechaza. Venimos con la oración indecisa, con la confesión incompleta, con la alabanza que no está en armonía con sus merecimientos, y, sin embargo, nos recibe. Venimos enfermos, manchados, desanimados, indignos, mas no nos echa fuera. Acudamos nuevamente a Él, hoy mismo, porque a nadie echa fuera.


C.H. Spurgeon
Libro de cheques del banco de la fe


domingo, 15 de enero de 2012

“Una manifestación de la misericordia del Señor Jesús”
“Levántate, toma tu lecho y anda”.
Juan 5. 1- 18

Con estas tres frases el Señor Jesús sana a un enfermo. La palabra de nuestro Señor Jesús es tan poderosa que aun las palabras que salen de su boca se convierten en hechos palpables. Cobran vida y se materializan. El viento no se las puede llevar.

Hoy leeremos un relato donde veremos al Señor Jesús manifestando su misericordia a una persona que se encontraba enferma por muchos años.

Con este sermón pretendemos resaltar la misericordia del Señor Jesús al tomar la iniciativa de sanar a un enfermo y ver las diferentes reacciones que causó esta motivación del Señor.
Pretendemos en cada uno de los puntos, entregar una o varias enseñanzas pertinentes a nuestras vidas.

Antes de entrar en materia, quisiera mostrarles un panorama general de los hechos…

Contexto histórico- gramatical
El verso uno nos indica que este suceso aconteció luego de otros sucesos: “Después de esto”. En el capítulo anterior vemos al Señor Jesús persuadiendo de sus pecados a una samaritana de dudosa reputación, y mostrándosele como el Mesías prometido[1]. También lo vemos sanando al hijo de un oficial romano[2].
El Señor Jesús se dirigía de Judea a Galilea, pasó por samaria y llegó hasta Jerusalén.
En la ciudad de Jerusalén es donde acontece este milagro donde el Señor manifiesta su misericordia a un enfermo.

Nuestro Señor llega a Jerusalén, decide ir al estanque donde él sabia se encontraba miles de enfermos. Puedo imaginar a los discípulos murmurándose unos a otros “por fin el maestro va a hacer una gran señal, un prodigio tan grande que se expandirá su fama por toda la tierra, captando mucho más seguidores”. Pero el Señor mismo había dicho que “nadie es profeta en su propia tierra”[3]. Esto nos da la idea de que al Señor no le interesaba crear fama en Jerusalén, mucho menos por medio de milagros y prodigios. Precisamente en el capitulo anterior, antes de sanar al hijo del oficial romano, dice:
“A menos que veáis señales y prodigios, jamás creeréis[4]. Pero es probable que hayan surgido ciertas expectativas de un gran milagro entre los discípulos, ya que el Señor Jesús, el Maestro, se acercaba a un lugar donde sobreabundaban los enfermos. Allí, según nos dice el texto, habían ciegos cojos, y paralíticos.

Este es el contexto donde sucede este milagro.







I. Iniciativa del Señor Jesús hacia el enfermo
“Y cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así…” V.6

Esto es lo primero que observamos. El Señor Jesús, siendo Dios y teniendo dominio sobre todo lo creado[5], tiene misericordia de esta persona. Aquí podemos evidenciar varias cosas que el Señor mostró a este hombre:

Su amor
El Señor Jesús tuvo amor por este hombre, no sólo por haberlo dotado de Su imagen y semejanza, por ser una de sus criaturas, sino también porque se desplazó hacia ese lugar, y específicamente se fijó en él, lo vio tendido… y al saber que tenía tanto tiempo (38 años) en esa condición, lo sanó.

Su gracia
El Señor Jesús mostró gracia para con este hombre, ya que ignorando a todos los demás enfermos, nuestro Señor decide sanarlo a él específicamente, y sin éste merecerlo. Este hombre no tenia el más mínimo atractivo de ninguna índole para que el Señor se fijara en él, pero aun así, el Señor le muestra su gracia, haciendo administración de su poderío absoluto, lo sana a él. En su soberana gracia, el Señor le concedió la salud.

Su misericordia
El Señor Jesús mostró su misericordia al no ser indiferente a este enfermo.
El bien pudo seguir de largo e ignorarlo como hacia todo aquel que pasaba por allí. El mismo enfermo dice que él no tenía a nadie quien lo metiera en el estanque.
El Señor no fue indiferente, ni le pago con la misma moneda con la que las demás personas le pagaban: el rechazo.
El solo hecho de este hombre estar con vida, a pesar de su enfermedad y del tiempo de su enfermedad, era una evidencia de la gran misericordia de Dios sobre él[6].
El Señor Jesús le mostró misericordia porque no le pago conforme a su pecado, todo lo contrario, no se los tomó en cuenta y lo sanó ignorándolos por completo.

Aplicación

Esta parte nos recuerda cómo fuimos salvados por nuestro Señor Jesucristo. Nosotros éramos como el enfermo de este relato. Estábamos allí, vivos pero muertos, sin esperanza alguna, sin nada seguro, sin ayuda y desvalidos. Y un día, mientras el Señor pasaba, se detuvo, nos vio, se acercó, vio nuestra necesidad y nos salvó. No solo nos salvo, sino que quitó toda maldición sobre nosotros, y los libró de la ira del Padre a causa de nuestras iniquidades[7].
El Señor Jesús se acercó, tuvo la iniciativa para salvarnos y nos mostró su gran amor por nosotros, su gracia y su misericordia.


Al igual que en la vida del enfermo de esta historia, en nuestras vidas no había ningún atractivo para Dios, nada que le pudiera motivar a acercarse hacia nosotros, todo lo contrario, nuestra condición, sucia y de maldad, debía repelerle y producirle náuseas[8], sin embargo, él toleró nuestros pecados, se acercó a nosotros, no dándonos lo que merecíamos, sino, dándonos lo que no merecíamos.
¡OH Dios, gracias por Jesús, Jesús, gracias por mostrar tu favor a un pecado como yo!

Ilustración transitiva
Este relato me recuerda a un hombre que un día emprende un pequeño viaje en su bote de pescar. Boga mar a dentro en busca de algunos pescados. Mientras más se alejaba, más pequeña se hacía hacia su vista lo seco. En un momento, lo único que ve es agua por todas partes. El bote se comienza a hundir, y en un instante solo quedó él aferrado a un pedazo de la pequeña embarcación. Pasaron varias horas y aquel hombre no sabía cómo salvarse. Intentó nadar con la ayuda del pedazo de la embarcación que se había hundido, pero por más que intentaba sobrevivir, no sabia hacia donde nadar, y el avance que hacia con la ayuda del pedazo de la embarcación era demasiado insignificante.
De repente ve a un gran barco que pasaba cerca de él. El barco se acerca. Sale el capitán y le dice, ¿Señor, necesita ayuda?, ¿Quiere que le tire un salvavidas?

II. Reacción del enfermo
Reaccionó de forma natural, ignorando la realidad del Señor Jesucristo, y reconociendo su propia realidad.

a. Natural
Este enfermo reacciona de forma natural. Por lo que veremos más adelante, notamos que este hombre no tenía la más minima expectativa de ser sanado por Cristo. Inferimos que tenía el anhelo de ser sanado, pero su esperanza se encontraba en el lago, no en el Sanador. En un elemento de la creación, no en el Creador.

b. Ignorando la realidad de Cristo.
Suponemos que él no tenía información alguna sobre el Señor Jesús, lo desconocía por completo. Esto se confirma en un evento posterior (V.13), cuando a este hombre le preguntan quién lo había sanado, y no supo responder ante tal cuestionamiento.

Estas dos reacciones que hemos visto, nos deben llevar a hacer un juicio crítico sobre éste hombre, pues debemos llegar a la conclusión de que es entendible el hecho de este hombre reaccionar como lo hizo, ya que no había conocido acerca de Jesucristo.

c. Reconociendo su realidad
El hombre de esta historia, a pesar de que tenia mucha expectativa de ser sanado. A pesar de que tenía mucha fe. A pesar de que estaba ilusionado y deseoso de ser sanado, éste hombre, ante la pregunta del Señor ¿Quieres ser sano?, reacciona recociendo su realidad.
-No tengo a nadie quien me meta en el lago
- Yo no puedo por mí mismo
- Necesito ayuda para poder ser sanado



Se ha dicho siempre que para que una persona sea curada, y supere algún vicio, el primer paso para el cambio es el reconocimiento de que como estamos, estamos mal y que necesitamos ayuda urgente.

Aplicaciones

Hay muchas almas que no conocen de Cristo. Se encuentran tristes, desconsoladas y sin la más mínima esperanza de mejorar su situación aquí en la tierra, mucho menos la de tener vida eterna en los cielos. Tenemos gran culpa de que muchos no conozcan de del Señor. No estoy diciendo que de nosotros dependa la salvación, esto es un don que sólo Dios da[9], pero sí tenemos la ordenanza de predicar el evangelio a toda criatura[10].

A pesar de que este hombre tiene cierta excusa por reaccionar ignorando la realidad de Cristo, nosotros no tenemos excusa para reaccionar con ignorancia ante la realidad de Dios, porque sí le conocemos, y sí hemos experimentado un encuentro personal con él.
La triste realidad es que, como decía Spurgeon, somos ateos practicantes, ya que ignoramos la realidad de la gracia soberana sobre nosotros, y nos comportamos como ateos, no glorificando a Dios, ni confiando en su amor, ni en su todo poder, ni en su Soberanía, olvidando que Dios tiene un propósito supremo con todas las cosas que nos sobrevienen en la vida[11].
Con esto no estoy diciendo que es malo racionar de forma natural (expresiva), sino que es erróneo divorciar nuestras palabras de nuestras acciones, separar el conocimiento teórico de Dios en nuestras mentes, del conocimiento vívido que tenemos de Él producto de la experiencia de caminar junto Él.

Hay muchos que saben mucha teología, pero en su día a día no evidencian tal conocimiento. Es erróneo hacer una dicotomía de lo “espiritual” y lo “secular”. El cristiano está llamado a ser coherente en palabras y acciones. El cristianismo es algo que abarca áreas intelectuales, y áreas de la vida práctica. El Señor Jesús no sólo predicó sobre el amor, el Señor demostró con su vida práctica, el amor que predicaba.

Debemos ser humildes y decir como el hombre de aquella historia: “Dios, se propicio a mi, pecador”, y no fanfarrones como el publicano[12].

Así como aquel hombre, nosotros debemos estar conscientes de cuál es la condición real de nuestras almas. Es muy fácil guardar las apariencias para con los hombres, pero ¿Acaso sabes tú cómo te está viendo Dios? ¿Sabes tú si eres un vaso de honra o de un vaso deshonra?[13]
Recuerda que lo más importante no es que conozcas al Señor Jesús, sino que él te conozca a ti.
“Nunca yo los conocí, apártense de mí hacedores de maldad”. Mateo 7.23





III. Reacción de los religiosos
Los principales de entre los judíos reaccionaron menospreciando el milagro, dudando de la Divinidad de Cristo, y desarrollaron odio por Cristo.

Menospreciaron el milagro
Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. (V. 10)
Por encima de la manifestación de la misericordia que el Señor había mostrado para con el enfermo, sanándole de una condición que éste tenía por más treinta y ocho años, los judíos no le dieron la más mínima importancia a este hecho, sino que se enfocaron en que era día de reposo, y que aquel antiguo enfermo no podía levantar su lecho, porque violentaba el día de reposo.
Esta es una reacción muy curiosa y extraña, pues lo más importante en ese momento era el milagro, esto era lo relevante, no el hecho de que aquel hombre cargara el lecho donde se recostaba cuando era enfermo.
Jesús mismo nos enseñó que no es pecaminoso hacer un bien en el día de reposo[14].

Dudaron de la Divinidad de Cristo
“… sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios”. (V. 18)
La realidad de Cristo haber hecho este milagro, debió darles alguna idea de que Cristo es Dios. Sin embargo, su actitud fue de total escepticismo. De hecho, muchos eran grandes conocedores de las leyes judías, pero al mismo tiempo fueron grandes ignorantes de la realidad de Cristo y de todas las profecías cumplidas en Él. Es impresionante que un ser humano conozca también un tema, que lo domine a la perfección, y aun así, se maneje como si ignorara toda aquella información.

Al parecer a ellos les importaba más preservar su Status Quo, con toda la comodidad, estabilidad, y los beneficios materiales que este sistema les ofrecía, en lugar de aceptar a Cristo como él que se manifestó, conforme a todo lo que se había escrito de él, en el A. T.

Un religioso, (y al parecer, algunos otros más) quien no padecía de esquizofrenia intelectual[15], llegó a decirle a Jesús: “Sabemos que vienes de Dios,…porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él[16].


Desarrollaron odio por Cristo
“Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle.” (V. 16)
Esta es la última reacción de los principales de entre los judíos hacia el Señor Jesús.
Ellos no sólo fueron apáticos a Cristo, ignorando todo lo que ellos sabían acerca de él en A. T, sino que le odiaron. Este odio se evidenció al ellos perseguirlo constantemente con el propósito final de matarle.
No sabemos con exactitud lo qué produjo que estas personas desarrollaran ese odio por Cristo, matándolo finalmente, pero sí sabemos que el final de su vida obedecía al propósito supremo de Dios para demostrar su gloria y salvar a muchos[17]

Aplicaciones

Nosotros no debemos reaccionar igual que estos religiosos, aunque corremos algunos peligros de actuar como ellos.
Nosotros no debemos darle más importancia a la observancia de la ley, sólo para ser vistos por otros, menospreciando así la realidad de un Dios Omnipresente, quien nos ve en secreto[18].
Dios es el Señor del día de reposo, y para Él es más importante que lo guardemos haciendo cosas buenas, que sean de su agrado, que asumiendo meras poses de piedad sólo para aparentar.

Al igual que aquellas personas, hoy en día hay quienes odian a Cristo y a sus seguidores. Anualmente mueren más de 100.000 cristianos por causa de su fe. La suma de las muertes de todos los cristianos que han muerto a causa de su fe, supera a la suma de las victimas de todas las guerras mundiales[19].
Aun y a pesar de esta realidad, nosotros estamos llamados a amar a nuestro prójimo[20], y a nuestros enemigos[21]. Estamos llamados a predicar el evangelio con amor, a toda criatura, y debemos estar dispuestos a si fuere necesario, morir por la causa de Cristo.

Cada vez que hacemos una mezcolanza de diferentes creencias, muchas de ellas, no Bíblicas, estamos dudando de la divinidad de Cristo.

No debemos dudar de la divinidad de Cristo.
En nuestros días hay muchas corrientes de pensamientos que nos dicen que no debemos ser tan “rígidos” en nuestra manera de pensar, y que debemos ser más “flexibles”, debido a que “la verdad no le pertenece a un grupo en particular, sino que cada quien posee parte de ella”.
Cada vez que le damos cabida a estos pensamientos, los aceptamos, y nos adaptamos a ellos, estamos dudando de la divinidad de Cristo.

El dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”[22].
Sólo hay un camino, una manera de llegar al Padre y ser salvos.
Sólo hay una verdad. Solo hay un conocimiento correcto: Dios, Su Palabra, todo lo demás es falso.
Sólo hay una vida. Sólo se puede vivir caminando sobre el camino que Cristo nos dejó, viviendo en Su Verdad, la única y real que existe.


Solo se puede vivir, cuando se vive para Dios, a Su manera. No a la manera nuestra, según nuestro parecer, o según la tendencia del momento, sino según Su Verdad.

Conclusión

En primer lugar, debemos estar conscientes de que hemos sido salvos por Cristo. El nos salvó, no por algo que nosotros hallamos hecho, no porque había en nosotros algún atractivo, sino más bien, porque a él le ha placido salvarnos. Debemos valorar esta realidad, pues la salvación de nuestras almas es lo más valioso que poseemos, incluyendo al Salvador maravilloso quien nos llena abundantemente con su presencia día a día.
Así como el Señor se acercó a aquel enfermo y le sanó, así mismo él se nos ha acercado para salvarnos. Amigo, en este día el Señor Jesús está manifestando su misericordia para salvarte, por tanto, debes reaccionar como el hombre del relato que hemos estudiado hoy, y debes reconocer que estás mal, que tu vida se dirige hacia el infierno y que no puedes salvarte a ti mismo, sino que necesitas la sanidad y salvación que sólo vienen de Dios. En este día Cristo está pasando y se ha fijado en ti, en tu enfermedad, en tu necesidad y él quiere sanarte, ¿Quieres tu ser sano por él?

Aquí hay personas que se han alejado de Cristo, algunas veces yo también me he alejado, pero en este día él se ha acercado y nos está preguntando si queremos ser sanados por él.
¿Estas tu dispuesto a reconocer tus pecados, pedirle perdón a Dios, arrepentirte y recibir la sanidad que viene del Señor?
Dios está dispuesto a sanarnos, pero nosotros debemos anhelar su sanidad, y humillarnos delante de él.

En segundo lugar, debemos arrepentirnos porque algunas veces nos comportamos como aquél hombre, ignorando la realidad de Dios. Es ilógico que actuemos como ateos siendo nosotros Sus hijos. Este comportamiento no se corresponde a nosotros los hijos de Dios, quienes le hemos conocido y mantenemos una comunión intima con Él. Esto ni aun debe nombrarse entre nosotros. “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es galardonador de lo que le buscan”[23].
Debemos confiar en nuestro Señor, aun en el valle de la sombra de muerte, porque Él es soberano, siempre tiene el control, y su amor hacia nosotros hace que todo resulte en nuestro provecho.

Yo sé que es difícil uno mantenerse expectante ante situaciones difíciles, pero debemos aprender a reposar en Dios, en que Él conoce todas las cosas, y aunque tal ves en este momento yo no entienda su obrar, es muy probable que más adelante yo pueda tener una mejor visión (entendimiento) de Su voluntad para mi, en según mis propias circunstancias.





Debemos tener fe, como aquel enfermo. Estar muy deseosos de que pase algo bueno para nosotros, de que nuestra realidad tenga un cambio radical, pero no debemos poner esa esperanza en “lagunas”, en cosas fuera de nuestro Dios. Nuestra mirada debe estar puesta siempre en Dios, no en la creación, ni en las criaturas.

En tercer lugar, no debemos reaccionar como aquellos religiosos, quienes menospreciaron aquella manifestación de misericordia de Cristo al sanar a aquel enfermo, sólo por concentrarse en huecas tradiciones. No debemos condenar las cosas que están bien hechas, sólo porque se hagan fuera del marco de lo que estamos familiarizados. A veces condenamos a otros, simplemente porque no hacen las cosas según nuestro propio criterio, según nuestra costumbre.

Nunca debemos dudar de la Divinidad de Cristo ni de sus enseñanzas. El es la imagen visible de Dios[24], el resplandor de Su gloria[25]. El es único camino, la única verdad y la única vida, y nadie puede llegar al Padre (tener vida eterna) fuera de él.

Y en ultimo lugar, debemos amar a nuestros enemigos, a aquellos que nos hacen daño físico, a causa de la fe en nuestro Señor Jesucristo, aprender de él mismo cuando dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen[26].”
Debemos bendecir a los que nos maldicen[27], amarles, servirles y predicarles del amor de Dios con amor, y sacrificarnos por hacerlo, aun seamos muertos por ello.

Oremos para terminar…

[1] Juan 4. 1- 42
[2] Juan 4. 43-54
[3] Marcos 6. 4
[4] Juan 4. 48
[5] Hebreos 1. 3
[6] Malaquías 3. 6
[7] Colosenses 2. 14
[8] Isaías 53. 6
[9] Efesios 2. 8-10
[10] Mateo 28.16-20
[11] Génesis 50. 20
[12] Lucas 18. 13
[13] Romanos 9. 21
[14] Lucas 6. 9
[15] Richard B. Ramsay, Integridad Intelectual, Cap. II
[16] Juan 3.2
[17] Hechos 4. 10
[18] Mateo 6. 4
[19] Richard B. Ramsay, Integridad Intelectual, Cap II, Pág. 25
[20] Mateo 22. 39
[21] Mateo 5. 44
[22] Juan 14. 6
[23] Hebreos 11. 6
[24] Colosenses 1. 15
[25] Hebreos 1. 3
[26] Lucas 23. 34
[27] Lucas 6. 28

sábado, 14 de enero de 2012

Sueños

Dicen que son puesto en nuestros corazónes por Dios para definir el propósito de nuestras vidas. Para mí esto no es del todo cierto, aunque aveces, en algunas personas cobra sentido y es un hecho.

Por experiencia he tenido sueños muy nobles, que involucraban a otras personas, es decir, su Bienestar, no tanto el mío. Por eso eran nobles, porque no estaban atiborrado de egoismo. Hay quienes tienen sueños no tan generosos, pues éstos sólo giran alrededor de ellos, buscando su propia convenencia, así como giran los planetas alerededor del sol.

El día de hoy Dios me ha dado un nuevo sueño, haciéndome olvidar el que antes tenía. Me ha hecho entender que mi único y verdadero sueño es Él. Se trata de él, no de mí, ni de otros. Mi sueño eres tú, ¡oh Dios! Mi todo, mi inspiración, la razón de mí respiración, y de todo lo que hago. Porque eres mi pasión y estoy completo en tí. No necesito nada/nadie más.

Obviamente, éste sueño que hoy poseo, luego de beneficiarme primariamente a mí, pues es la manera en que mi vida cobra sentido y valor; también beneficia a terceros, pues me lleva a amarles, predicarles y procurar hacer todo lo que esté a mí alcance para que también en sus vidas Dios se convierta en su sueño.

La pregunta que hago el día de hoy es la siguiente: ¿cuál es tu sueño? Mi sueño es Dios. Él quiere ser tu sueño.